El cambio climático es una de las principales amenazas ambientales y socioeconómicas del siglo XXI. Sus efectos son globales, pero impactan de manera especialmente intensa en las regiones insulares, como es el caso de Gran Canaria. Dentro de las diversas consecuencias que el calentamiento global está provocando, la subida del nivel del mar es una de las más preocupantes, dado su potencial para transformar paisajes, economías y formas de vida en las zonas costeras del sureste de la isla.
El calentamiento global se debe al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, principalmente el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Estas emisiones provienen de actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la agricultura intensiva. Como consecuencia, la temperatura media del planeta ha aumentado en aproximadamente 1,1°C desde la era preindustrial. Uno de los efectos directos de este calentamiento es el deshielo de los polos y los glaciares, así como la expansión térmica del agua en los océanos, lo que contribuye a la elevación del nivel del mar. Según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), se estima que para finales de siglo el nivel del mar podría haber subido entre 0,5 y 1 metro, dependiendo del grado de mitigación que se logre en las emisiones de GEI.
Si bien Gran Canaria es conocida por su diversidad paisajística y climática, su condición insular la hace particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático y, en especial, a la subida del nivel del mar. Entre los principales impactos que ya se están experimentando o que podrían intensificarse en las próximas décadas, destacan:
Las playas de Gran Canaria, además de ser un recurso natural clave para el turismo, cumplen una función ecológica y social importante. Con el aumento del nivel del mar, muchas de ellas están en riesgo de desaparecer o sufrir una reducción significativa de su superficie. La erosión costera también se ha intensificado, afectando playas icónicas del sureste, lo que requiere inversiones constantes en regeneración y protección del litoral.
El aumento del nivel del mar también tiene consecuencias para la disponibilidad de agua dulce en la isla. La intrusión salina en los acuíferos costeros puede comprometer los recursos hídricos subterráneos, fundamentales para el abastecimiento de la población y la agricultura. Esto se traduce en una menor producción agrícola y en la necesidad de recurrir a la desalinización, con el consecuente aumento en los costos energéticos.
Los ecosistemas costeros, como los sebadales y los arrecifes volcánicos, también se ven afectados por la subida del nivel del mar y el aumento de la temperatura del agua. La pérdida de biodiversidad marina puede alterar las cadenas tróficas y afectar actividades como la pesca artesanal, que depende de la salud de estos ecosistemas.
Con recursos hídricos insuficientes, una población en crecimiento, un turismo en expansión y una economía dependiente de las exportaciones agrícolas, la Región Sudeste de Gran Canaria parecía tener pocas alternativas de desarrollo hace apenas 30 años. Sin embargo, a través de esfuerzos coordinados, planificación cuidadosa y reflexiva, toma de decisiones valientes e integración de aspectos ambientales, la Región ha emergido como un área de planificación líder y se ha vuelto autosuficiente en aspectos como agua, energía y agricultura.
Hoy, la Región es uno de los mayores sistemas integrados de energías renovables – agua potable – agricultura y prevé un ambicioso Plan de Desarrollo Sostenible para el futuro.
Situada en la vertiente sureste de Gran Canaria, la Región Sureste tiene una superficie de 178,99 km². Ocupa un territorio de gran variedad paisajística que se extiende desde el interior hasta la costa y desde el Aeropuerto de Gran Canaria hasta las afueras de la zona turística del sur de la isla.
Ante estos desafíos, Gran Canaria está implementando diversas estrategias para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático y la subida del nivel del mar.
Las autoridades insulares están promoviendo una gestión costera integrada que incorpora criterios de sostenibilidad y adaptación climática en la planificación urbana. Se están desarrollando estudios sobre la vulnerabilidad de las zonas costeras y aplicando medidas de protección como barreras naturales y artificiales para reducir la erosión.
La conservación y recuperación de ecosistemas costeros es una estrategia clave. La restauración de dunas, humedales y sebadales ayuda a amortiguar el impacto de las marejadas y proporciona refugio para la biodiversidad. Además, la regeneración de playas con arenas locales y la reforestación de áreas vulnerables son acciones en marcha.
La adaptación de infraestructuras es una prioridad para reducir los impactos del cambio climático. Esto incluye la construcción de sistemas de drenaje eficientes, la elevación de edificios en zonas costeras vulnerables y la implementación de materiales sostenibles y resistentes al cambio climático.
Gran Canaria apuesta por la energía renovable, con un incremento en la capacidad de generación eólica y fotovoltaica. La descarbonización de la economía local y la promoción del transporte sostenible son fundamentales para reducir las emisiones de GEI y contribuir a frenar el calentamiento global.
La sensibilización de la población es clave para fomentar acciones de mitigación y adaptación. Campañas educativas, iniciativas de ciencia ciudadana y la participación en proyectos de conservación costera ayudan a crear una cultura de sostenibilidad y resiliencia.
Conscientes de que el alto consumo de recursos materiales, hídricos y energéticos a nivel mundial, sumado a la contaminación, están produciendo una rápida degradación del medio ambiente, cuyo efecto tarde o temprano repercutirá en nuestra vida cotidiana y desarrollo económico, la Mancomunidad del Sureste ha ha tomado medidas de actuación tales como: participación en el desarrollo de programas medioambientales y sociales europeos, en los que tiene una larga trayectoria; y la firma de la Carta de Aalborg, adquiriendo así el compromiso de desarrollar la Agenda 21 Local de cada municipio, instrumento básico para el desarrollo sostenible.
Esta actuación se enmarca en un plan global de desarrollo sostenible para la Región Sureste de Gran Canaria. Al finalizar el Plan Sureste Sustentable, el 100% del agua de la Región se obtendrá exclusivamente de energías renovables, en especial la eólica, que tiene un gran potencial en la zona con un equivalente a cerca de 4.000 horas.
Precisamente, uno de los objetivos fundamentales es conseguir la desalación de agua de mar y la depuración de aguas residuales con la única competencia de las energías renovables: la eólica y la solar. Esto supondrá un ahorro de más de 500.000 toneladas de petróleo al año y, en consecuencia, una reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera de más de 1.350.000 toneladas al año.
Uno de los objetivos últimos del Plan Sureste Sostenible es la consecución del abastecimiento pleno de la región. Esto significará en definitiva garantizar la producción de los alimentos que demandan los habitantes de la región y uno de sus principales recursos económicos, la agricultura de exportación, sin someterlos al abastecimiento petrolero ni a los posibles efectos del cambio climático que disminuyan el régimen de lluvias.
También se pretende con el Plan Sureste Sostenible, que la Mancomunidad se convierta en un referente para el desarrollo sostenible de otros pueblos y en especial de los más necesitados, con quienes se siente hermanada dada la situación de miseria en la que vivía hace tan solo unos años. Se prevé disponer de una herramienta metodológica que permita trasladar solidariamente el Plan a cualquier otra región de la UE y del Mundo, contribuyendo al desarrollo de otras sociedades.
El Seminario Internacional de Regiones Sostenibles, es un espacio de encuentro que permite el intercambio de ideas y experiencias sobre los diferentes aspectos del Desarrollo Sostenible.
En el marco del plan, también cabe mencionar el Seminario Internacional de Regiones Sostenibles que se realiza anualmente, con el objetivo principal de permitir la exposición y debate transversal de experiencias relacionadas con el desarrollo sostenible a nivel nacional e internacional.
Este espacio permite un acercamiento interdisciplinario a las perspectivas conceptuales de la sustentabilidad, presentar experiencias en la búsqueda y construcción de un horizonte teórico y práctico de regiones sustentables, mostrar formas de acción y experiencias innovadoras y plantear nuevas oportunidades de mercado en el contexto de la sustentabilidad.